El tiempo se mueve a su propio ritmo en Mardin, cuyo encanto es cada vez más conocido por los turistas. Parte de este consiste en poder ver los restos de las civilizaciones que la han habitado durante siglos. Podrá viajar al pasado entre caravasares y bazares que sobreviven desde la época de la Ruta de la Seda, casas tradicionales, antiguos pabellones, castillos, mezquitas, templos, iglesias, monasterios y cuevas. Y la gastronomía conserva mucho de ese carácter tradicional, con sus platos especiados y otros ingredientes típicos de la región. Todo ello hace de Mardin la poética ciudad de Anatolia sudoriental que es hoy día.