La parte nueva de la ciudad se caracteriza por calles concurridas, un tráfico demencial y los restos de la construcción y la modernización. Todas las evidencias del deseo de Tiflis de avanzar se ven en los ambiciosos proyectos de edificación y renovación, que van de parques a museos, una catedral y un palacio presidencial. Junto a proyectos emblemáticos perviven deteriorados edificios soviéticos y viejos y concurridos mercados. Sin embargo, Tiflis cuenta dos historias, con el casco antiguo en la parte más estrecha del valle. Un paseo por esta zona, que recuerda la encrucijada entre Europa y Asia de la Ruta de la Seda, revela callejuelas de edificios abalconados, cafeterías y bares bulliciosos, plazas acogedoras e iglesias antiguas. Vigilando la ciudad tenemos a la fortaleza Narikala que se remonta al siglo IV, cuando la ciudad era una ciudadela persa. Tiflis, el pulso del Cáucaso, es una visita obligada para el viajero.